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Que MotoGp empiece ya

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Repsol Media

No sé a vosotros, pero imagino a todos, o a nuestro entorno particular, nos han sucedido un montón de cosas desde el pasado 30 de octubre si nos paramos a pensarlo. Casi 90 días después, el mundo de cada uno de los que lleguéis a leer esto (y de los que no también) ha sufrido, para bien o para mal y con bastante seguridad, un suceso inexorable, involuntario, llamado evolución y que, bien es cierto, no siempre es la que esperamos, pero nunca deja de suceder.

Aquel 30 de octubre servidor escribía a amargos gritos que por favor, MotoGP terminara de una vez tras todo lo que estábamos viviendo tras el GP de Malasia y que alejaba el motociclismo, no solo MotoGP, de lo que era el motociclismo y lo acercaba a todo aquello capaz de vender su alma por ganar audiencia en nombre de la falsa noticia y del amarillismo más exacerbado que jamás yo he podido observar en torno al motociclismo. Recuerdo bien que una de las reacciones a aquel escrito fue ver como, indirecta pero públicamente se me tildaba de “plañidera del motociclismo” (algo que me jodió mucho cuando lo busqué en el diccionario y que aunque no me valga para nada recordarlo, procuraré no olvidar) mientras las palabras escritas y minutos que ocupó MotoGP en la información se elevó a la enésima sin que nadie hablara ni escribiera de MotoGP estos días aportara nada relacionado con las carreras con un mínimo detalle técnico sobre el final de la temporada 2015, un final de temporada que comenzó mucho antes de Malasia ni Australia, comenzó en Aragón.

La hecatombe, la sangre, el miedo y la violencia callejera llegaba al motociclismo de la mano de los más generalistas de los medios informativos (algunos de ellos siguen empeñados en llamarse deportivos) mientras el GP de Valencia transcurría, por desgracia para estos medios, en el mayor de los éxitos, sin sangre, sin violencia y sin miedo a lo que pudiera pasar, un hermoso “zas” en toda la boca y deditos escribientes de la maquinaria de propaganda futbolística aplicada al motociclismo.

Hoy, 90 días después y un montón de sucesos vividos y observados en mi entorno, observo menos cabizbajo como el mundo parece haber evolucionado menos parte del motociclismo y cierta parte de la misma maquinaria propagandística que espera ansiosa cualquier excusa para colocar los apellidos Márquez y/o Rossi en un titular. Y hoy, 90 días después, sin amarguras ni ambages expreso mi deseo de que MotoGP comience ya, que comience la guerra de cronos, la guerra técnica, que los outsiders suban al podio y que los resultados de la pista acallen, con su actualidad, a todos estos que quieren seguir dándole al torno como un Perico cualquiera para intentar mantenerse en el candelero mediático, empezando por la antiguamente callada FIM y sus diversos comunicados apelando a lo ocurrido al GP de Malasia. Otros que no han evolucionado y siguen anclados en el GP de Malasia son el mismo Rossi y diversos clubs de fans, como el de Márquez en Italia apuntándose a la moda del victimismo transalpino.

Mientras tanto, el resto del Motociclismo sigue trabajando, y cuando se apague el semáforo de Losail el próximo 20 de marzo (si el tiempo lo permite) os puedo asegurar que estaremos todos más pendientes de lo que suceda en ese momento que de lo que sucedió en el pasado. Y los resultados, sean los que sean, lapidarán toda esta polémica anclada en el tiempo y que, al contrario que la peli de la marmota, ya no tiene ni puta gracia y empieza a recordarme una de esas cortinas de humo mediáticas que saltan cuando el alcalde de turno ve sus trapos sucios aireados. De tratarse de esto último uno no sabría muy bien qué podría querer ocultar, sólo sé que hay un piloto que manda callar a su club de fans cuando se han enfundado en el papel de víctima y otro que realiza esfuerzos por que se siga hablando del tema blandiendo enérgicamente la bandera del victimismo. Si no fuera quien es éste último piloto, uno diría que ha sufrido ese click por el que un piloto deja de ser ganador para ser muy rápido, tan rápido como el viento que lucha por subir al podio. Los resultados nos dirán y probablemente me desdigan, en cualquier caso, dejará de ser el día de la marmota cuando haya un ganador y el primero de los que pierdan, que es lo que casi nadie ha querido recordar desde hace tres meses. Y la actualidad será la que será, no la que pasó. O al menos eso espero.

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