11-10-1959, Wollongong, Australia.
Wayne nació en Wollongong, Australia, ciudad conocida por su producción de acero, de hecho, los mas “brutos” del lugar afirman que “las pelotas” de Gardner estan hechas de ese material.
Siempre fue un apasionado del motor, primero con los karts hasta que a los 14 años descubre su pasión, y lo que se acabaría convirtiendo en su profesión: piloto de motos. Monta en una minimoto hecha un desastre que consigue en un jardín por 5$ y empieza a hacer sus pinitos.
Con 17, y ya habiendo competido en Dirt Track, escuela que sería fundamental para su dominio de las bestiales 500cc de 2T con las que competiría más adelante, se decide a dar el salto a la velocidad con una TZ 250.
Rápidamente se hace con un nombre en las pistas australianas, aunque ve que su país natal se le queda pequeño si quiere demostrar al mundo todo su potencial. Y la oportunidad le llega en 1980. Mamoru Moriwaki, el mítico preparador japonés, viene a ver la última carrera de un célebre campeonato que se celebraba en Australia, mientras era invierno en la Vieja Europa. Las Swan Series se llamaban. Moriwaki buscaba piloto para Daytona y allí estaba Wayne.
Carrera en condiciones de lluvía, y Gardner convencido de que su Superbike podría con las 2T en tan difíciles circunstancias. Dicho y hecho, gana la carrera y Moriwaki se le lleva a los USA.
Como ha declarado en multitud de ocasiones, le costó muchas lágrimas, muchas visitas al Hospital para ver a Franco, y casi le lleva a dejar las carreras. Afortunadamente para los apasionados de la Velocidad, Wayne se repondría de tan duro golpe, y ya en el año 1985, llega su gran oportunidad al firmar por Honda HRC Rothmans, y lo hace como compañero de equipo, nada más y nada menos, que del gran Freddie Spencer.
En su primer año como piloto oficial, ya firma 4 podios y un 4º en la General que son un anticipo de su determinación para hacerse un hueco entre los grandes de la categoría.
Ya en el 86, queda Subcampeón del Mundo con 3 victorias y 8 podios, hasta que llega su gran año.
Era un piloto de todo o nada, no un gran técnico como Lawson, o un don innato y fino como Spencer. Era todo fuerza, lucha, entrega hasta más allá de los límites, y esto le costó numerosas caídas y no pocos huesos rotos.
Por eso Gardner es tan querido entre la afición. Nunca se rendía y llevaba a los espectadores al delirio cuando ganaba una carrera porque sabían, a ciencia cierta, que no se había dejado nada por el camino hasta conseguirla.
Ganador también 4 veces de las míticas 8 Horas de Suzuka y piloto fiel a Honda durante toda su carrera, el empuje de un compatriota ambicioso y sumamente competitivo como era Mick Dooohan, con el que nunca tuvo una buena relación, le hicieron decantarse por la competición automovilística, donde corrió desde el año 93 hasta el 2002.
Actualmente instalado en nuestro país, ya que su hijo Remy disputará el CEV en la estructura del equipo Laglisse, Wayne Gardner será, para siempre, uno de los pilotos más admirados, respetados y queridos por la afición a este maravilloso deporte que llamamos Motociclismo.